domingo, 31 de agosto de 2014

Ya no soy.

Ya no soy la niña que tenía 15 años el 21 de diciembre del 2006 cuando escribió su primer post en un blog. Ya no soy la niña de 15 años que se quejó de todo cuanto puede quejarse una adolescente que exagera a más no poder. Ya no hay más amores platónicos, no hay amores sufridos, no hay dolores que desgarran el alma con ira y despecho. No hay más Pulgasucks.
Tampoco soy la que abrió en septiembre del 2007 un blog en el que pretendía desprenderse de toda la mierda de la adolescencia (como si a los 16 se fuera mucho más madura). Ya no me asusto con mis pensamientos psicopatas pervertidos, ya no me defino como una niño-niña, ya no soy tan desubicada. Ya no hay mariposas en la guata, ni decepciones del porte de un buque, ni dramas melodramáticos en el colegio, ni actitudes pasivoagresivas, ni secretos que perturban el sueño. Desde el día que ese blog dejó de ser, ya no soy tu puta. Cabe destacar que finalmente resultó todo como yo pensaba respecto a mis compañeros de colegio: no los vi nunca más, y no me importa. Las niñas son las niñas y siempre serán las niñas, a ellas las amo. Pero ya no hay más jotapé, ya no hay más josé, ya no hay más julio, ni más nacho, ni más geo. Así es, señores, ya no hay más geo.
A veces pienso que me gustaría seguir siendo Suuperjose. Ese sensual primer año de universidad. Sexo, drogas y rock n' roll. Curioso resulta mirar hacia atrás y ver esa maraña de pelo naranjo flotando en un aura de "me creo la raja", rodeada de gente banal. No me quejo, lo pasé chancho. Y así de rápido como empezó, terminó. Ya no más primer año, ya no más banalidades. Por suerte ya no soy ella.
Y luego vino lo que nunca documenté. De cómo uno se transforma en instructor de yoga y da un paso más allá. Soltar, dejar ir toda la carga. No me iluminé, ni un poquito. Pero durante un año y medio de mi vida crecí. Y crecí mucho. Y conocí tanto. Aprendí tanto. Y sufrí harto, también. No me caractericé nunca por tomar el toro por las astas, y así mismito es como el toro me pasó por encima de ida y vuelta varias veces. Pero ya no más, por que a pesar que ella me gustaba considerablemente mucho más que todas las anteriores, ya no soy.
Y un día, entre tequilazos, sueldos, jefes, ropa de yoga, sudor, músculos, el manso poto que me gastaba, amigos que se transforman en órganos vitales y gente que nunca pensaste que iba a dejarte... apareció el Fran.
Y así es como ya no soy nada de lo que fui, y me creo la raja porque puedo decir que cambié. Y me gusta.
Y este no es un blog donde me voy a poner a opinar sobre productos de maquillaje, ni comida, ni hoteles, ni nada, porque no tengo tiempo ni plata. Tengo universidad, tengo amigos, tengo un hijo, y tengo ganas de hablar. Si le gusta, bien, y sino, bien también.

con amor,
Jose Styles.

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